Un puñado de mexicanos, encabezado por el actor Gael García Bernal y el cineasta Alonso Ruizpalacios llegó a Berlín buscando salir con un galardón del Festival Internacional de Cine que inició el pasado jueves 15 de febrero por la noche en dicha ciudad y concluirá el 25 de febrero.
Tanto el histrión tapatío, como el realizador de la Ciudad de México, optan por el Oso de Oro, máximo reconocimiento que otorga la Berlinale, certamen que junto con los de Cannes y Venecia son considerados los más importantes del orbe.
Gael, junto con la franco-argentina Berenice Bejo (”El artista”), protagonizan la cinta italiana “Another end”, la cual navega en la ciencia ficción.
El drama sigue a dos personas que, aún después de la muerte de una de ellas, siguen experimentando amor.
En tanto, Ruizpalacios llega a la capital teutona llevando bajo el brazo “La cocina”, largometraje con Rooney Mara (”Pan: viaje a Nunca jamás”) y Raúl Briones (”Club de Cuervos”), filmada en parte en Nueva York.
La cinta gira en torno a una jornada laboral en una cocina de Times Square, donde trabajan indocumentados de varios países, a quienes atraviesa un hecho trágico.
Es la cuarta ocasión en que Ruizpalacios va a Berlín, con el antecedente de haber triunfado en las otras tres: con “Güeros” obtuvo el premio a Ópera Prima; con “Museo” se llevó a casa la categoría de guion y, con “Una historia de policías, consiguió el reconocimiento especial Contribución Artística.
El cortometraje “Aguacuario”, dirigido por José Eduardo Castilla, arriba a la sección Generation KPlus, dedicada a producciones con narrativas que priorizan y dan importancia a niños y jóvenes.
La historia filmada en Veracruz, con los propios recursos del realizador, familiares y amigos, sigue a un niño vendedor de garrafones de agua, que es retado por una niña desconocida a divertirse durante una jornada.
Como parte del Programa Doc Toolbox, dedicado a impulsar los proyectos de documentalistas provenientes de grupos marginados, participa “Los que dicen ¡No!”, de Angel Flores, mientras que en el programa Diversity & Inclusion del European Film Market estará “Boca vieja”, de Yovegami Ascona Mora.
Ambos fueron apoyados por el Estímulo para la Creación Audiovisual en México y Centroamérica para Comunidades Indígenas y Afrodescendientes (Ecamc), del Imcine.
Y en Forum Expanded, dedicado el cine experimental, fue contemplado el mediometraje “Nanacatepec”, coprodución mexicana-española.
Agencias
Los detalles de la segunda jornada
Las perspectivas de personas empujadas a los márgenes de la sociedad fueron ayer el eje de la Berlinale en su segunda jornada, en la que se unieron a la carrera por los Osos la iraní “Keyke mahboobe man”, la estadounidense “A different man” y “La cocina” del realizador mexicano Alonso Ruizpalacios.
Las dos primeras son tragicomedias que plantean la pregunta de hasta dónde estamos dispuestos a llegar para escapar de una soledad impuesta en menor o mayor medida por las convenciones sociales.
Cabe señalar que ayer también proyectaron la francesa “Hors du temps”, en la que dos hermanos regresan al hogar de sus padres durante la pandemia, mientras que hoy abrirán la tercera jornada del festival la alemana “In Liebe, eure Hilde”, sobre la resistencia contra los nazis, y la distopía “Another time”, protagonizada por el mexicano Gael García Bernal.
La soledad estuvo presente
La protagonista de “Keyke mahboobe man” es una viuda teheraní de 70 años interpretada por Lily Farhadpour que contra todo pronóstico decide tomar la iniciativa y desafiar los estrictos estándares morales del régimen iraní para encontrar a un hombre con el que compartir su amor por la vida.
Así conoce a un improbable príncipe azul, un taxista divorciado (Esmail Mehrabi) cuya vida también se ha visto asfixiada por las convenciones, aunque desde el inicio el espectador tiene claro que no les espera un final de cuento de hadas.
Cabe señalar que no sólo el personaje de Farhadpour trasgredió en la pantalla los límites impuestos por el régimen iraní a las mujeres.
La pareja de codirectores, Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha (“El perdón”, 2022) pagaron con la pérdida de sus pasaportes su decisión de traspasar los límites de lo permitido en los rodajes en Irán y perdieron así la posibilidad de acudir ayer al estreno. En un mensaje leído en por Farhadpour junto a la silla vacía de los realizadores, Moghaddam y Sanaeeha recordaron que desde la revolución islámica las actrices se han visto obligadas a usar el velo incluso en escenas de supuesta intimidad y a no tocar a sus compañeros de reparto.
“Hemos llegado a la conclusión de que ya no es posible contar la historia de una mujer iraní obedeciendo leyes estrictas como el velo obligatorio”, arguyeron, puesto que esas restricciones impiden representar las “vidas verdaderas” de las mujeres “como seres humanos completos”.
Sin papeles en una cocina
“La cocina” del mexicano Alonso Ruizpalacios -estrenada ayer en el festival- se sumerge en el trajín de una cocina en hora punta, en un restaurante en Times Square en el que la comida es preparada mayoritariamente por inmigrantes sin papeles que esperan que se resuelva su situación legal.
El soñador “Pedro” (Raúl Briones Carmona) se enamora de “Julia” (Rooney Mara), pero cuando se convierte en el sospechoso de robar 800 dólares de la caja pronto la situación se sale de control.
Máscara o identidad
Otra de la cintas en competencia presentadas ayer fue “A different man”, en la que su protagonista, un actor titubeante con la cara desfigurada por sinnúmero de tumores (“Sebastian Stand”), decide dar un salto a lo desconocido para escapar de la soledad tras irrumpir en su vida una expansiva dramaturga interpretada por Renate Reinsve.
En la cinta, gracias a un procedimiento milagroso obtiene un rostro atractivo y la posibilidad de emprender una nueva vida, en que logra incluso los afectos del personaje de Reinsve, que sin reconocerle está tratando de dirigir una obra sobre su relación con su supuestamente difunto vecino.
La súbita aparición en el festival del carismático Adam Pearson, que pese su apariencia desfigurada -o quizá precisamente gracias a ella- tiene la seguridad en sí mismo y el éxito social que el protagonista siempre añoró, le lanzan a un juego de máscaras que le llevan a él y al público a cuestionarse qué es la identidad.
Por su parte, el neoyorquino Aaron Schimberg, el director, explicó que, tras nacer con un paladar hendido que sólo pudo ser corregido hasta cierto punto, toda su vida le ha acompañado la pregunta de hasta qué punto su apariencia le define para sí mismo y para los demás.
“Si hubiera nacido distinto, si se pudiera corregir, ¿qué cambiaría?” se interrogó.
El filme, señaló por su parte Pearson, deja todas estas preguntas abiertas a la interpretación y no pretende ser un alegato moralista sobre quienes tienen un aspecto diferente, ya que “una buena película cambia lo que el público piensa por un día, pero una gran película cambia cómo piensa el público el resto de sus vidas”, sentenció.
CT
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